Cuando llega el momento
de la victoria
que se gana a pulso
que se merece...


Entonces pienso en ti y me decido
a soñarte tranquilo
en amarte pausada
a quererte con todo mi cariño.

Amor, que es lo que eres.


Si por un momento dejo de un lado la Lujuria (esta lujuria que ocupa páginas y páginas de papeles, libretas y portadas del blog) de ti me quedaría con...

Lo bien que me seducen tus caricias.
La sonrisa dormida que amaneces.
El abrazo en la noche mientras duermes.
Cuando tus piernas me rozan, en la cama, cuando no te das cuenta entre tus sueños.
Cuando me miras y te quedas en silencio
mientras tus ojos brillan y no parpadean,
ese momento en la cocina
en el que el desayuno es arte en tus manos
y cuando con tu dedo recoges las miguitas
que han quedado pegadas a mi comisura.

Me quedo con tus besos
y quizá ahora no es momento de hablar de lenguas enlazadas y sedientas
me quedo con tu beso en la mejilla, en la frente, en la mano cuando tomamos un café.

Me quedo en cuando paseamos, y tus brazos me atraen hacia ti como un imán
y no buscas el roce mas lascivo, perturbador ni pervertido...
sólo es lo natural... una pareja más frente a la playa.

Cuando llega el momento de elegir el por qué de todo esto...
sin dudarlo me quedo con tu risa, pero no sólo con eso
me quedo con tu risa acompasada con la mía
con las lágrimas que brotan cuando no podemos más de tanta gracia.
Me quedo con esa agujeta
con la que vuelvo a casa
en medio del estómago
esperando que llegue
el próximo día
en el que nuestro amor
nos de una tregua más
después de la corrida.